Por norma general, tendemos a proteger nuestra piel del Sol sólo en verano. Esto se debe a que durante estos meses sentimos más su presencia ya que hace más calor y estamos más expuestos a él.
Pero no sólo en verano es peligroso el Sol. Durante el invierno sigue actuando sobre nuestra piel, de tal forma que puede dañarla si no nos protegemos debidamente.
Y es que, normalmente, en invierno no solemos darnos protector solar ya que esta acción la asociamos sólo al verano. Aunque la radiación solar es menor durante estos meses, sí que sigue existiendo.
¿Qué zonas sufren más?
Zonas como la cara o los brazos también sufren la exposición durante el invierno, así que es recomendable utilizar protección en estas zonas para que, a largo plazo, no tengamos problemas.
Todavía es más peligroso si practicamos deportes de invierno como el esquí, debido a que la nieve actúa como reflejo de la radiación, incluso en los días nublados. Por esta razón, los asiduos a estos deportes suelen protegerse con gafas especiales ya que, las gafas de sol normales, no son suficientes para frenar la radicación reflejada.
La importancia de acudir al dermatólogo
Otra recomendación es la de acudir al dermatólogo al menos una vez al año, aunque no tengamos ningún tipo de problema. Esta será la mejor manera de estar precavidos ante cualquier tipo de problema que podamos sufrir.
Finalmente, recordar que los problemas solares en la piel no aparecen al momento, y pueden tardar varios años en hacerlo. Por lo tanto, es importante estar pendiente ante cualquier cambio que apreciemos en nuestra piel.